Se recomienda realizar la presentación oral estructurada en
tres bloques:
Inicio: Tras el saludo, se debe realizar una presentación de
los aspectos generales del trabajo, situando el tema y dando a conocer los
objetivos del estudio. El inicio se corresponde en líneas generales con la
introducción del texto escrito.
Nudo: Es la parte central de la exposición, en la que se
deben desarrollar siguiendo una secuencia lógica y cohesionada las ideas
principales derivadas del trabajo realizado. El nudo se corresponde con los
contenidos descritos en los apartados de método, resultados y discusión del
texto escrito.
Desenlace: Síntesis o conclusión del trabajo expuesto, sin
aportar elementos nuevos. El desenlace se corresponde con el apartado de
conclusiones del texto escrito.
Volumen y entonación
El papel de la voz es clave para conectar con el auditorio,
hacerle llegar un mensaje con claridad, mantener su atención e incluso
transmitirle emociones.
— Tomar mentalmente las medidas de la sala para conseguir
que la voz llegue con un volumen adecuado tanto a las personas situadas en las
primeras las como a las que están más alejadas. En caso de duda, conviene
preguntar a los asistentes si oyen bien al orador cuando habla.
— Evitar una entonación monótona y poco variada; por
ejemplo, alternar frases enunciativas con frases exclamativas e interrogativas,
o subrayar con la voz las palabras clave del discurso.
Ritmo y pronunciación
El buen orador debe tener en cuenta el poder expresivo de su
voz y procurar transmitir entusiasmo por la temática que expone.
— Emplear el ritmo idóneo para facilitar el seguimiento del
discurso. Un ritmo demasiado lento provoca sensación de monotonía y un ritmo
demasiado rápido denota nerviosismo.
— Ralentizar en los
momentos clave y utilizar pausas que remarquen palabras o separen las ideas:
refleja seguridad y permite mantener o recuperar la atención del auditorio.
— Pronunciar las sílabas de las palabras con claridad;
evitar la pronunciación descuidada de los sonidos.
Vocabulario
El léxico empleado en
una exposición varía en función del tema, la audiencia, el grado de formalidad
y el propósito comunicativo.
— Elegir un léxico
que se adecúe al tema del discurso, a los conocimientos de la audiencia, al
grado de formalidad y al propósito de la comunicación.
— Utilizar los términos técnicos con propiedad. Por ejemplo,
reglamento es más preciso que normativa y, al mismo tiempo, es un término
comprensible para una amplia gama de audiencias. — Utilizar los extranjerismos
de forma consciente. Por ejemplo, el uso de un término en inglés en un discurso
en castellano puede servir para reforzar una idea, pero también puede parecer
presuntuoso o descuidado. Hay que valorar la conveniencia de su uso en cada
caso.
— Evitar las palabras multiuso que se utilizan cuando el
orador no encuentra la palabra adecuada. Por ejemplo, cosa, tema, eso, la
cuestión de, problemática, etc.
Autor: Jenniffer Romero Duque.
Fuente: Universia Chile.
Autor: Jenniffer Romero Duque.
Fuente: Universia Chile.
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